El cuerpo humano es homeotérmico (o de sangre caliente), lo que significa que mantiene su temperatura corporal a un nivel aproximadamente constante independientemente de la temperatura del ambiente, es decir, que mantiene homeostasis térmica.
El cuerpo humano no puede soportar ni siquiera pequeñas oscilaciones en su temperatura interna. Por encima de 37ºC está febril, mientras que por debajo empieza a tiritar de manera intermitente hasta 35ºC, de manera constante hasta 32ºC y, con una temperatura inferior, entra en hipotermia.
El cuerpo humano intenta mantener la temperatura del tronco, donde se encuentran los órganos vitales (corazón, hígado, riñones y pulmones). Por ello, la sensación de frío suele comenzar por las extremidades, que son las partes del cuerpo menos esenciales.
Para luchar contra el frío lo principal es aislarse del frío. Para ello, debemos:
La sensación térmica es la sensación aparente que las personas tienen en función de los parámetros que determinan la atmósfera en la que se mueve: la temperatura seca, la temperatura radiante media o la temperatura de bulbo negro, la temperatura húmeda o la humedad relativa del aire y la velocidad del aire. También influyen sus parámetros personales: el índice metabólico (el calor producido por el cuerpo) y el índice de indumento (el abrigo que proporciona la ropa).
De los factores antes citados, uno de los más importantes y que podemos intentar paliar es la velocidad del aire (el viento). En la página de Protección Civil podemos consultar una Tabla para calcular sensación térmica por efecto del frío y el viento. Por ejemplo, a 0ºC y con una velocidad del viento de 40km/h, la sensación térmica es de -15ºC.
Por tanto, con condiciones de viento adversas (por ejemplo, un temporal), es imprescindible protegerse del viento con prendas del tipo "cortavientos". Si no es posible o el viento es demasiado fuerte, lo mejor es buscar un sitio de abrigo, como detrás de un muro, entre unas rocas, dentro de un agujero o improvisar un iglú.
El cuerpo humano necesita calor para funcionar correctamente. Varias formas existen para producir calor:
Los científicos no se ponen de acuerdo al respecto. Algunos creen que sólo algunos grupos de población excepcionales están dotados de verdad para enfrentarse al frío, como los esquimales, que disponen de tejidos adiposos particulares. Otros piensan que es imposible aclimatarse al frío y que todos los posibles remedios funcionan de manera subjetiva.
Lo que puede deducirse es que existe una adaptación psicológica al frío, que no es de desdeñar, para vencer en una carrera o una expedición. Sentir el frío de manera habitual puede permitir al subconsciente aceptarlo mejor, no como una agresión desagradable, sino como un fenómeno natural ineluctable. No obstante, hay que destacar algunos tests realizados en exploradores que volvieron de un largo período invernal, cuyos resultados mostraron que el umbral en el que empezaban a tiritar estaba más bajo que al inicio del viaje, como si el organismo se hubiera acostumbrado a una temperatura central más baja que la normal.
Fuente: Quechua Magazine, nº 19, Otoño/Invierno 2007