Riesgos

Una expedición supone asumir una serie de riesgos que siempre existen. Con una buena preparación y tomando las medidas de seguridad necesarias, los riegos se pueden minimizar. Pero la naturaleza es incontrolable e imprevisible: el tiempo puede cambiar de forma inesperada, se puede abrir una grieta en un glaciar, se puede producir un alud, se puede producir una caída de rocas, etc.

Además, las condiciones físicas de una ascensión de alta montaña pueden convertir un problema trivial, que se resolvería fácilmente en casa, en un problema grave con incluso consecuencias mortales. Una diarrea, una pulmonía o una apendicitis a 7.000 m de altura te puede matar cuando el hospital más cercano está a varios días de distancia.

Para prevenir algunas enfermedades es necesario vacunarse, como de la hepatitis A, el tétanos o la fiebre tifoidea, tal como podemos leer en la página La ruleta de la vacuna.

También podemos consultar Sanidad Exterior, dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo.

Además, es fundamental cuidar las medidas higiénicas con respecto el agua y los alimentos (en especial, la fruta y las verduras). Sin duda alguna, el principal riesgo para la salud, no por grave sino porque es muy probable que ocurra, es la diarrea del viajero, que aunque no es mortal, puede causar una deshidratación grave y anular cualquier intento de ascensión a cumbre.

Para prevenirla, se aconseja:

  1. Evitar beber agua no potable.
  2. No comer vegetales frescos, carnes, pescados y mariscos crudos o poco cocinados o que se han mantenido sin refrigeración durante algunas horas.
  3. No tomar salsas, postres y leche.
  4. No consumir cubitos de hielo.

También existe la posibilidad de vacunarse de varias de las enfermedades de transmisión por alimentos y agua, que aunque no ofrece una protección del 100%, reduce las posibilidades de sufrir la diarrea del viajero:

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